Cuando ocurre un acto de violencia, las comunidades necesitan seguridad, sanar y que los responsables rindan cuentas de sus actos y reparen el daño ocasionado a todos los afectados. Esto es verdadera justicia. La pena de muerte es la respuesta más extrema y atroz a la violencia, no hace nada de lo anterior e ignora las necesidades reales de quienes han perdido a sus seres queridos.

La pena de muerte hace más daño que bien

  • Entre la sentencia y las apelaciones, los casos que involucran la pena de muerte pueden prolongarse por muchos años. Los familiares de las víctimas de homicidio tienen que revivir los peores momentos de su vida una y otra vez en lugar de recibir la paz y el apoyo que merecen.
  • La pena de muerte desvía millones de dólares y atención de servicios esenciales, como terapia especializada en duelo, asistencia económica y apoyo continuo.
  • Los estudios revelan que las familias de las víctimas de homicidio en los estados que no tienen la pena de muerte despliegan una mejor salud física y psicológica durante el proceso legal que las familias que viven en los estados que tienen la pena de muerte.1
  • Antes de que Connecticut revocara la pena de muerte en el 2012, un grupo de 179 familias de víctimas de homicidio pidieron que los legisladores revocaran la política, llamándola “una falsa promesa que no se cumple que deja a las familias de las víctimas frustradas y furiosas después de años de luchar contra el sistema legal.”2
  • La naturaleza polarizante de la pena de muerte divide a familias cuando más necesitan permanecer unidas, obligando a los familiares que tienen puntos de vista distintos a escoger partido mientras tratan de recuperarse de la pérdida de un ser querido.
  • Cuando el acusado y la víctima son parte de la misma familia, las familias se dividen aún más. Los familiares primero deben hacer frente al homicidio de un familiar y después atraviesan una nueva, traumática y dolorosa dimensión cuando el otro familiar puede potencialmente ser ejecutado.

Los sobrevivientes hablan de la pena de muerte

EJEMPLO CONCRETO:
Felicia Floyd
tenía 11 años cuando su padre asesinó a su madre durante un ataque de ira mientras estaba en estado de embriaguez. El padre de Felicia pasó 21 años en el pabellón de la muerte de Georgia lo que le dio la oportunidad a la familia de reconciliarse. Felicia y su hermano, Chris, le suplicaron al estado que no ejecutaran a su padre, pero fueron ignorados. Su ejecución los dejó huérfanos.3

Imaginen como serían las cosas si todo el tiempo, energía y recursos que se dedican al sistema de la pena de muerte se usaran en programas que ayuden a hacer frente al trauma que produce la pobreza y el abandono, a mejorar la vida de las personas. O imaginen como sería demostrarles a las personas que han atravesado y que sobreviven hechos de violencia –que son desproporcionadamente personas de color– que nuestras vidas son importantes y que merecemos la oportunidad sanar.

– Sharletta Evans, cuyo hijo de 3 años, Casson Xavier Evans, fue asesinado

Sharletta Evans

Las apelaciones de los casos que involucran la pena capital pueden prolongarse por décadas después del juicio inicial. La mayoría de los casos en algún momento son revocados, lo que deja a las familias de las víctimas en el limbo. Con cada fallo de la corte, el nombre del asesino aparece en los titulares mientras la familia espera con impotencia el próximo fallo, preguntándose qué pasará… El dolor de esta montaña rusa emocional puede ser de una magnitud sobrecogedora. ¿Dónde están las víctimas durante este proceso? ¿Cómo las ayuda a ellas?

– Vicki Schieber, cuya hija, Shannon, fue asesinada4

Vicki Schieber

¿Podemos hacer que el sistema se mueva más rápido?

Los casos que involucran la pena de muerte pueden tomar muchos años porque requieren procesos adicionales para reducir el riesgo de cometer errores. Pero incluso estas protecciones no son suficientes. Al menos 197 personas han sido exoneradas del pabellón de la muerte después de pasar años o décadas en prisión por homicidios que no cometieron. Simplificar el proceso solo aumentaría el riesgo de ejecutar a una persona inocente.

Antes de que mi madre fuera asesinada no había pensado mucho en la pena capital. Pero a partir del juicio, comencé a dudar que una ejecución pudiera darme algún tipo de consuelo. Dos décadas de apelaciones y el tiempo que hemos estado esperando han hecho que crea firmemente que solicitar la pena de muerte no me ayudó en nada.

– Celeste Dixon, cuya madre, Marguerite, fue asesinada5

Celeste Dixon

En lugar de proporcionar justicia y paz emocional, la pena de muerte hace que muchas de las familias de las víctimas de homicidio sufran más dolor y angustia. Algo que se supone que debe reconfortar a las víctimas, se ha convertido en un colosal fracaso que lo único que hace es prolongar su dolor. Ha llegado el momento de decir ya basta.

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  1. “The Death of the Death Penalty?” University of Minnesota, 23 de enero de 2014.
  2. “Connecticut Senate Poised to Vote on Death Penalty Repeal,” Death Penalty Information Center, Abril de 2012.
  3. La historia de Felicia y Chris aparece en el libro Capital Consequences: Families of the Condemned Tell Their Stories de Rachel King, 2005.
  4. Testimonio ante el Comité de Procedimientos Judiciales del Senado del Estado de Maryland, 21 de febrero de 2007.
  5. Voices of Kansas: Murder Victims’ Families Speak Out Against the Death Penalty.